Las botas que cantan en Marzo



Voy a abandonar mis botas negras cerca del vertedero.
Una vez, me las devolvió el mar como si quisieran volver a mi lado.
Recuerdo como se arañaban contra los encarpados pirineos,
como aguantaron otoños helados, y como relucían en las mañanas soleadas.
Si te digo que las escuché cantar por los bosques de Castrillón,
me tacharías de loco, o de poco cuerdo.

Tal vez no creas como se perdieron en un hostal de Pisa,
y aparecieron en una calle de Livorno tres días después.
He pateado tantos botes y piedras, que me podría doler,
equipaje obligado por décadas, hasta que dejaron de ser necesarias.

Alguna vez soñé que salían solas de noche y visitaban ocultas compañeras,
y tal vez recorrieran alguna playa, rozándose en su suave y fría arena,
compañeras de juergas salpicadas de alcohol,
recogieron lágrimas rebotadas de propios y cercanos.

Rechinan sus reclamos en forma de pequeños crujidos,
hay una pequeña muesca con sangre seca en el tacón,
y grietas de viento en el empeine,
parecería que se miran entre si, buscando marcas comunes.
Creo que no quieren ir a ninguna parte.

Sin estar viejas, se han quedado a un lado del armario,
a veces pienso que escondidas en su propio sendero,
tal vez encogidas detrás de las mantas de picnic,
que nunca salieron de su empaque.

Si se viste la mañana para esta despedida,
seguro que brillaran en su lustre,
y aunque solas en medio de la vereda,
en marzo volverán a cantar en otros paisajes.

Si borrara mi mejor cara

En medio de una vigilia inesperada,
ya no me acuerdo que buscaba... ah sí, una pluma
para punzarme estos dedos entumecidos de desasosiego,
hundirme el filo de la estilográfica en las yemas hormigueantes,
tan dramático...  tan evocador...



Nada como la sangre desbocada sobre el folio blanco,
canales caprichosos sobre la virgen y pura superficie.

He visto despertares desbordados de ganas de amar,
vientres que no hablaban de cerca,
bestias de ojos tiernos y manos delicadas,
ansiedades vestidas de princesas,
remordimientos con sombreros de ala corta,
y un sin rostro que me da destino,
me llamarás algún día por cualquiera de mis nombres?

Si escribiera esas palabras locas que esperas...
miras el folio con el tornasol carmesí y sonríes,

te gustaría tanto que dejara mi sangre en tu nombre y en tus adjetivos,
en vano me intento incorporar, pues me ata tu mirada a la silla,
espero que me liberes y tu ni me miras...
siluetas condensadas... indelebles, se descubren en la ventana,
es mi propio recuerdo...lo borro antes de terminar la imagen...

Llevo mas de 20 km hablando y todavía no me respondo,
debería de tener hambre...pero soy un "highlander".

Mas grande que lo relativamente absurdo

Me encabronan los besos sin calor, sin presión...sin expresión.
Agarro a puñados burbujas bajo la ducha,
las engaño y me las meto en la boca,
me lleno de aire y escupo jabón.

Otra noche sin sueño, sin luna...
espaldas desnudas sin miradas,
culos con tatuajes para olvidar,
abrazos silenciosos que no queman,
ni una sola palabra para recordar,
sin un dolor que valga la pena sufrir.

Me voy a mirar desde lo alto de la lámpara,
o mejor, desde la llama de la vela que nunca se apaga.

Podría darme tantas explicaciones,
y podría no querer escucharlas,
cuando éstas, ya no tienen sitio en la conversación.

No quiero segundas partes,
de partes de otras partes,
de segundas oportunidades.

Busco con ojos perdidos entre las sábanas,
y husmeo el perfume que dejas cuando no estoy,
siempre hueles a recién huida...

Quedan tan olvidados y esperados tus labios...
arrimados y sin derecho a compartir poemas...
o perversiones desbocadas,
aún no te lo ganaste...ya te lo digo.

Piernas largas que se estiran sin tocarme,
me atraviesan tus ideas,
pero no llevan pensamientos con ellas.
El peso de una mano sobre mi pecho...
... no es mas que peso...solo peso.