La carne es fuego

Las tardes hechas de lluvia me menguan la voluntad,
engaño mis pasos por la alameda y les prometo un descalzo en la arena,
por un momento, todas mis fuerzas se recomponen,
sería tan hermoso llegar a tiempo al atardecer.


He abrazado tantos rostros hoy, que me siento familiar.
Estelas de sentimientos sin propietario... anclados.
No te conozco...o si? porqué no alzas la mirada?
espera, no te vayas, tu voz...tus manos...

Estarán abiertas las puertas al mar?
sabes, no me importa que mis cartas no se lean,
de hecho creo que nunca las he mandado,
aunque en algún momento tuve que escribirlas.

Sé que elegí los sobres cuidadosamente,
varios de mi color favorito, color de calor de mañana,
en algunos guardé pedacitos de cariños de un día,
en otros puse ardor de labios e hijas de melancolía. 

Quien diría que hay besos que atrancan la saliva,
que abrasan el paladar, que hielan el albedrío,
un impulso a destiempo, y ya no soy yo,
no pienso refugiarme en cualquier regazo.

Juego con los elementos del equilibrio,
y me pierdo en su combinación y ciclo,
que va primero? el agua? la madera?
No sé, si quiero saberlo,
pero algo me dice... que la carne es fuego.